RETRATOS DEL MÁS ALLÁ (Masayuki Ochiai) / 2008: Joshua Jackson, Rachael Taylor, Megumi Okina, David Denman, John Hensley, Maya Hazen, James Kyson, Yoshiko Miyazaki, Kei Yamamoto, Daisy Betts.

 

   Ben (Jackson, el Peter Bishop de Fringe) es un joven que se dedica profesionalmente a la fotografía, y que por motivos laborales se traslada a Japón junto a Jane (Taylor, vista en subproductos de la talla de Man thing: La naturaleza del miedo, Brett Leonard, 2005; Los ojos del mal, Gregory Dark, 2006; o La hora más oscura, Chris Gorak, 2011, pero que aquí deja una actuación a tener en cuenta), con la que acaba de contraer matrimonio. Al poco de llegar a su nuevo destino, sufren un accidente automovilístico después de que una chica aparezca de golpe en mitad de la carretera. Tras el mismo, la pareja intenta recuperar su ritmo de vida, pero las fotografías que Ben realiza muestran un extraño reflejo que, según las creencias japonesas, podría tratarse de un yurei, un espíritu incapaz de descansar en paz debido a algo que le sucedió en vida y que provocó su muerte (a título informativo, también se asocia a las personas que no han recibido un funeral adecuado o a las que se han suicidado, apareciéndose a aquellos que las injuriaron y ofendieron en vida, siempre sin causar daño físico -lo que contradice a lo que acontece en el filme-). A ello se suman una serie de extraños acontecimientos, totalmente inexplicables, que comienzan a padecer los jóvenes.

 

   El remake de la tailandesa Shutter, Banjong Pisanthanakun & Parkpoom Wongpoom, 2004, fue encargado, curiosamente, a otro director asiático (concretamente japonés) con escaso bagaje en el terror (tan solo se había hecho cargo de la adaptación del videojuego Parasite Eve, 1997, inédita en nuestro país, y de una película llamada Infection, 2004, aparte de un par de capítulos de series relacionadas con el género). Viendo los resultados obtenidos y seguramente buscados por los productores de turno, lo que se pretendía era encontrar a un realizador impersonal que no pusiese muchas trabas a la hora de rodar un filme mimético (salvo contadas secuencias) al anterior. Y ese es el problema principal con el que nos encontramos: Retratos del más allá (una vez más, lamentable traducción del título original, en este caso Shutter, idéntico, por otro lado, al de la película pretérita) es una copia que sigue, paso a paso, la historia del filme tailandés que lo inspira, y por lo tanto, también sus sustos y momentos de tensión.

 

   Así, aquel que haya visto el filme primigenio, volverá a encontrarse con secuencias como la del atropello de Megumi (Okina), bien rodado en esta ocasión y con una de las diferencias con respecto al Shutter original, pues aquí la pareja protagonista no huye después del accidente (algo que se pensó, podría granjear las antipatías del espectador desde demasiado pronto); la visita de Jane a la revista de parapsicología, donde Ritsuo (Kaysen), uno de los editores, le enseña a aquella un cuarto repleto de fotografías reales en las que salen espíritus (entre todas ellas resulta espeluznante la del pequeño situado entre dos lápidas que observa a una mujer que reza frente a una de ellas); la aparición en el vagón del metro, con el niño que contempla a la protagonista como si alguien estuviera a su lado; la visita al médico de Benjamin, con esa báscula que marca un peso exagerado; el momento en el que éste es tocado por alguien en el cuarto de revelado de su casa, creyendo el joven que se trata de Jane. Entonces el teléfono suena y el chico sale para cogerlo, encontrándose a su pareja al otro lado de la línea. Cuando Ben vuelve a entrar a la habitación, halla a Megumi sentada en una silla de espaldas a él; la escena en que Ben se queda solo y a oscuras en la sala de fotografía, saltando el flash cada pocos instantes y revelando éste a Megumi, que se acerca al chico hasta llegar a tocarlo; el hallazgo del cadáver de la joven, en avanzado estado de descomposición, resultando mucho más sórdida esta secuencia en la película original; o el final, idéntico al que ya conocemos (la revelación de lo que realmente le sucedió a Megumi, y esa polaroid que al ser lanzada al suelo saca una fotografía, que revela que el fantasma se halla sobre Ben desde el principio). Queda para el recuerdo, eso sí, la aterradora aparición en la habitación, mientras el protagonista está en el baño. Un extraño sonido provoca la salida de éste, que encuentra al fantasma sentado y peinándose en el tocador de Jane. Lástima que un nuevo efecto digital (esa lengua) vuelva a anular parte de lo conseguido.

 

   El problema de alguno de esos momentos inquietantes, aparte de que pierden la capacidad de sorpresa si se ha visto el filme tailandés, es que recurren a un toque infográfico final (el último flash en el vagón, que muestra una calavera; la mosca que sale del ojo de Megumi en el cuarto de revelado…) que les hace perder gran parte de su poder y su fuerza, arruinando en alguna ocasión la tensión acumulada por completo. Si a esa falta de sorpresa sumamos que las dos muertes que acontecen en el filme son totalmente anticlimáticas (la de Adam -Hensley-, con esa cámara que parece estallar y reventarle un ojo, parece sacada de una entrega cualquiera de Destino final; o la de Bruno -Denman-, que acaba resultando un tanto grotesca) y acontecen en un periodo de tiempo demasiado corto, nos encontramos ante un filme correcto pero insatisfactorio para aquel que haya visto (y disfrutado) el anterior Shutter.

 

(5/1)

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