GINGER SNAPS 2: LOS MALDITOS (Brett Sullivan) / 2004: Emily Perkins, Katharine Isabelle, Tatiana Maslany, Susan Adam, Janet Kidder, Chris Fassbender, Pascale Hutton, Michelle Beaudoin, Eric Johnson, David McNally, Patricia Idlette, Lydia Lau, Coralie Cairns, Shaun Johnston, Brendan Fletcher.

 

   Brigitte (de nuevo Perkins, que carga con casi todo el protagonismo del filme sobre sus espaldas, dejándonos una interpretación notable), tras ser contagiada al final de la primera parte (Ginger snaps, John Fawcett, 2000) por Ginger (Isabelle, que en esta secuela aparece como un fantasma que se manifiesta ante su hermana, en ocasiones para ayudarla, y en otras para burlarse de ella -algo que recuerda, sin duda, a las alucinaciones que sufriera el personaje de David Naughton con el de Griffin Dunne en Un hombre lobo americano en Londres, John Landis, 1981-), a la que además eliminaba a continuación, pasa a ser una dependiente de la capucha de monje, la flor que atenúa la transformación en licántropo. Una sobredosis de la droga hace que sea internada en un centro de desintoxicación, en el que es apartada por completo del veneno al que se ha hecho adicta, produciéndose una aceleración fatal en su proceso de metamorfosis, que pone en peligro tanto a ella como a sus compañeras de reclusión.

 

   Nos encontramos ante una continuación directa (y superior) del sobrevalorado filme de John Fawcett, siguiendo las andanzas de Brigitte y dándole al director la oportunidad de establecer una notable (y obvia) parábola acerca de la dependencia a los estupefacientes (en este caso por mediación de Brigitte, aislada por completo del veneno producido a partir de la capucha de monje. Los paralelismos con los drogodependientes, sobre todo con aquellos que consumen heroína, son obvios, pues la joven inyecta la sustancia en las venas de sus brazos, sufriendo de inmediato un estado de sedación, con temblores y demás síntomas característicos, padeciendo el conocido síndrome de abstinencia cuando no la toma). Por otro lado, nos hallamos ante una de esas películas en las que es complicado encontrar un solo personaje que contenga rasgos positivos (Brigitte se ha vuelto cínica y egoísta con las experiencias que ha padecido, aunque al final se encariñe con la pequeña Ghost -una Maslany, vista en El diario de los muertos, George A. Romero, 2007, inconmensurable y que supone el auténtico descubrimiento del filme-; Tyler -Johnson-, uno de los jóvenes enfermeros, en apariencia bondadoso y amable, aunque descubriéndose pronto como un traficante de drogas que intercambia éstas con las internas a cambio de sexo; Alice -Kidder, sobrina de Margot, la Lois Lane de la saga iniciada por Superman, Richard Donner, 1978-, la supervisora del centro, quizá el único personaje sin aristas, pese a su oscuro pasado, y que pagará con creces su afán de protección; o Ghost, la niña objeto de las burlas de las confinadas, capaz de tejer un siniestro y mortífero plan que la pequeña se plantea como un simple juego, en el que descubrimos que causó la muerte de su abuela, a la que abrasó viva, provocando posteriormente la muerte de Tyler, al que culpa de un abuso sexual que no ha cometido -el joven es abandonado a la intemperie, quedando a merced del hombre lobo que persigue infatigablemente a la protagonista-, y eliminando de un martillazo a Alice, a la que encierra en el sótano de su casa junto a Brigitte, transformada ya de manera definitiva en lobo, utilizando a ésta para deshacerse de todo aquel que considere necesario), aunque eso no impide que nos importe lo que sucede en pantalla.

 

   En definitiva, una película sumamente entretenida, que se puede contemplar como un original filme acerca de la licantropía, si lo miramos de un modo superficial, pero que se apresta a dobles lecturas si preferimos profundizar un poco más. Se alzó con los galardones del 2005 a la mejor actriz (Perkins), mejor lanzamiento en video y mejor actriz de reparto (Maslany), estando nominada al mejor guión (Megan Martin) y mejor banda sonora (Kurt Swinghammer) en los premios que otorga anualmente la revista Fangoria, y cuenta con un curioso cameo de Brendan Fletcher, el bibliotecario asesinado al principio del filme, que tendría un papel de mayor relevancia en la tercera parte de la saga (Ginger snaps 3: El origen, Grant Harvey, 2004).

 

(7/5)

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