DREAM VALLEY: ÁREA MALDITA (Lance W. Dreesen & Clint Hutchison) / 2000: John Ritter, David  DeLuise, Allison Smith, Kim Correll (Segment: Make me an offer); Rachel York, Carmine Giovinazzo, Fredric Lehne, Wade Williams, Carl Strano (Segment: Nightmare); Bryan Cranston, Katelin Petersen, Jodi Harris, Marcus Bagwell (Segment: Bobo); Brenda Strong, Will Estes, Shonda Farr, Barbara Jansen, Jerry Day (Segment: Come to granny).

 

   Bob Carter (sensacional Ritter, un excelente cómico, conocido por su aparición en series como Apartamento para tres, que falleció a la edad de 54 años, en el 2003, a causa de un infarto provocado por una rotura de aorta) es un agente inmobiliario que muestra varias casas de lujo de un mismo vecindario a Allen (De Luise) y Mary Ann (Smith, la hija de Allie en otra reconocida sitcom, Kate y Allie), una pareja de recién casados interesados en adquirir un hogar en un barrio residencial tranquilo y acogedor. En cada una de las viviendas el vendedor contará una historia a los jóvenes que versa sobre los anteriores inquilinos y cómo éstos acabaron sus días de manera trágica. La pareja, cada vez más asustada y contrariada, decide no hacer una oferta, lo que provocará la inesperada reacción de Bob, asediado por sus jefes ante sus bajas ventas.

 

   Película de sketches que supone una de las mayores sorpresas en cuanto a cine de género se refiere de los últimos tiempos. Recordando los años dorados de la productora británica Amicus, toda una experta en el tema, o la saga Creepshow, los desconocidos Dreesen (segmentos Bobo y Make me an offer) y Hutchison (realizador de Come to granny y Nightmare) manufacturaron un producto más que digno, apoyándose en tres notables historias que son vertebradas por una central (la protagonizada por John Ritter) y que fueron escritas por el segundo de los citados. También echaron mano de un plantel de actores semi-desconocidos (muchos de ellos resultarán familiares, pero difíciles de situar en un contexto específico), pero totalmente solvente, que añade sobriedad, eficiencia y calidad al filme que nos ocupa.

 

   El segmento inicial (Make me an offer7,5), que sirve de hilo conductor para el resto, es el mejor de todos, sin duda, debido a la fantástica actuación del ya citado Ritter, inspirado y bordando su papel de vendedor tan atento y sincero como desquiciado. Momentos como el inicio, que muestran que el vecindario en cuestión no es tan idílico como se presume (esa cámara que, literalmente, se sumerge en el césped del jardín de una de las viviendas, para mostrar a un afanoso gusano que, despreocupado, intenta entrar en su cueva, siendo sorprendido por un pájaro que lo devora con deleite. Éste, a su vez, es cazado por un gato, que se lo traga después de despedazarlo sin pensárselo dos veces. Un ama de casa asiste horrorizada a la escena, saliendo en pos del animal escoba en ristre y siendo éste fatalmente atropellado por un coche. Finalmente, los restos del maltrecho felino son zarandeados con furia por un enorme perro), o cada instante en que Bob se ve obligado a contar la verdad sobre lo acontecido en cada una de las moradas a sus clientes, poseen un acertado tono humorístico, ácido y negro, que provoca la sonrisa del espectador de turno. Por no hablar de la conclusión, con el vendedor completamente trastornado ante la negativa de la pareja a comprar la casa y la consiguiente posibilidad de que sus superiores acaben con la vida de su hijo (la contrapartida a las altas comisiones por venta que cobra). Será entonces cuando acabe expeditivamente con Allen, viéndose su ya viuda obligada a emprender una huída en coche por el vecindario, que se convierte en un tour por una auténtica casa de locos, con algunos residentes brutalmente asesinados en sus jardines y otros agrediéndose entre sí, atropellándose o acabando con las mascotas del lugar.

 

   La visita a la primera de las viviendas dejará otra historia notable (Nightmare7), aterradora en determinados momentos y completamente ausente del humor del que hace gala Make me an offer. El aparentemente feliz matrimonio formado por Sarah (York) y Louise Freemont (Lehne, visto en Amityville 4: La fuga del diablo, Sandor Stern, 1989; o Tentáculos asesinos, Yossi Wein, 2001) no es tal, pues la mujer aprovecha la ausencia de su marido, de viaje de negocios, para recibir en su casa a Frank (Giovinazzo), su amante. Con lo que la pareja no cuenta es con la llegada por sorpresa de Louise, conocedor de la relación adúltera de su esposa. El hombre, decidido a llevar a cabo una brutal venganza, obliga a ahorcarse a Sarah mientras apunta con un rifle a Frank, que en última instancia logra desarmar al marido despechado, acabando con su vida y salvando in extremis a su amante. El plan para deshacerse del cuerpo, arrojándolo a un lago cercano, no pone fin al sufrimiento de la pareja, que comenzará a verse acosada por el espectro de Louise, empeñado en hacer justicia desde el más allá. Momentos como los sueños que sufre Sarah, con el cadáver de su esposo como protagonista (en especial el segundo, cuando la joven cierra la puerta de su habitación, a la que llama el fantasma, introduciéndose presuntamente a salvo en la cama, donde es sorprendida de nuevo por Louise), que regresa de la tumba para resarcirse por el daño recibido; las escenas en las que la mujer, de noche, mira a través de la ventana, observando la portilla de madera del jardín mecida y golpeada por el viento, y unas huellas húmedas, dejadas por unos zapatos manchados de lodo, que se dirigen hacia la casa; o la conclusión, con Frank muerto a causa de un disparo efectuado por la propia Sarah y con ésta colgada en su propia habitación, tal y como Louise había planeado, logran crear cierta atmósfera de terror. La fatalidad que se respira en la historia, con los dos amantes abocados al final que el marido había planeado de antemano, pese a que todo parece que va a salir bien en un principio, añade un halo trágico. Y es que el plan parece torcerse desde el momento en el que Clay Hendricks (Williams, otro secundario de rostro conocido), un agente de policía amigo de Louise, acude a la vivienda de los Freemont a buscar a éste. A partir de ahí, un coche que puede complicar las cosas (el del fallecido); las llaves del vehículo, imprescindibles para quitárselo de en medio y que se hallan en el fondo de la laguna; y los sueños de Sarah, que harán que dispare por error a Frank, provocarán ese final tan rebuscado como conseguido.

 

   El siguiente segmento (Bobo6,5) es el más flojo de la película, sin que ello signifique que sea despreciable, ni mucho menos. Ron Gatley (Cranston, otro fenomenal secundario, conocido en nuestro país por dar vida a Hal en la serie Malcolm y a Walter White en la celebérrima Breaking bad) es el celoso padre de Jennifer (Petersen). La relación con Carol (Harris), su esposa, y con su hija, es fenomenal hasta que un día un pequeño mono llega a su jardín, consiguiendo la simpatía de la pequeña, que comienza a ignorar a su progenitor. Bobo (un remedo de Ella, la capuchino de aviesas intenciones de Atracción diabólica, George A. romero, 1988) se gana la enemistad de Ron cuando le lanza una estatua a su perro o le muerde en una mano, lo que hace que la situación empiece a tornarse tensa. Así, el hombre comenzará a perder la cabeza y la noción de la realidad, adentrándose en un camino sin retorno que concluirá en un final trágico para él y su familia, y descubriéndose que los asesinatos que tienen lugar en la casa no guardan relación con el animal y sí con los excesivos celos del padre, superado ante la perspectiva de perder parte del cariño de su hija. Es en ese preciso momento, en el que los cadáveres comienzan a amontonarse en el garaje y la vivienda, cuando resulta demasiado obvio que los crímenes no son obra de Bobo, si no de Ron, y ese es realmente el único problema: Esa duda que se pretende crear en el público con el auténtico autor de los asesinatos no es tal, y resulta del todo baladí.

 

   La última de las viviendas, y también de las historias (Come to granny - 7), es la más simple de todas, y se ciñe a los parámetros de un slasher convencional, aunque con ciertos matices. Aquí tenemos a Sean Goodwin (Estes), un joven que, ignorado por sus padres, acude a la consulta de la doctora Helen Corey (Strong, la Capitana Deladier de Starship troopers, Paul Verhoeven, 1997, que además contó con un papel destacado en Mujeres desesperadas) con la esperanza de que comprenda lo que le sucede: Padece visiones premonitorias que anticipan los crímenes de un psicópata denominado La abuelita (interpretado por Dreesen) que actúa en la ciudad y que ya se ha cobrado varias víctimas. El chico contará cada una de sus premoniciones a la psicóloga, y así seremos testigos de todos los crímenes, a cada cual más salvaje, hasta que llega a Jasmine, la joven de la que estaba enamorado, y que acabó siendo despedazada por el asesino. Al igual que en el segmento anterior, se vuelve a jugar con la auténtica identidad del hombre tras la máscara, aunque vuelve a quedar claro demasiado pronto que Sean es completamente inocente y que el auténtico criminal aparecerá en el último momento para acabar con la vida de la doctora, tal y como sucede en la conclusión.

 

(7/3)

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TRAILER USA 1

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