CASA DE LOS 1000 CADÁVERES, LA (Rob Zombie) / 2003: Sid Haig, Bill Moseley, Sheri Moon Zombie, Karen Black, Erin Daniels, Chris Hardwick, Jennifer Jostyn, Rainn Wilson, Walton Goggins, Tom Towles, Matthew McGrory, Harrison Young, Robert Allen Mukes, Dennis Fimple, Michael J. Pollard.

 

 

   El debut en la dirección del compositor y cantante (primero, del grupo White Zombie –un claro homenaje a la película de Victor Halperin, conocida en nuestras fronteras como La legión de los hombres sin alma, 1932. Sabido es que el director es un fan irredento del cine de terror de serie B, tal y como demuestra en los innumerables homenajes que salpican el metraje de sus películas-, y, posteriormente, desarrollando su carrera en solitario) Robert Bartleh Cummings, más conocido como Rob Zombie, supuso un irregular (aunque afortunado si miramos los resultados y logros del filme) regreso a los cánones del terror de la década de los setenta, instaurados por dos películas clave de dicho periodo, como son La matanza de Texas, Tobe Hooper, 1974, o Las colinas tienen ojos, Wes Craven, 1977, en las que una familia de pirados se las hace pasar canutas al grupo de incautos de turno que osan cruzarse en su camino.

 

 

   Si bien los paralelismos con ambos filmes son claros en lo que se refiere a la premisa básica (produciéndose alguna coincidencia más, como el curioso hecho de que Moseley ya hiciese el papel de uno de los psicópatas –concretamente Chop-Top, el hermano de Leatherface- de la secuela de la película de Hooper, que éste dirigió en 1986; que la depravada escena en la que Otis –un Moseley que personifica al mal absoluto, y que no muestra ningún reparo al cruel alargamiento de la agonía de su víctima si eso le causa el más mínimo placer- humilla a Denise –Daniels- poniéndole la piel de la cara de su padre a modo de horrible y grotesca máscara, tiene su símil en la secuela citada; que las historias se desarrollan en ambientes desérticos y zonas aisladas de la América profunda; o que existe una clara semejanza entre los hogares de las familias de las tres películas), éstos aumentan con respecto a otro igualmente dirigido por Hooper (parece clara la admiración de Zombie por el director texano): La casa de los horrores, 1981, ya que los jóvenes se hunden en los mismísimos abismos del horror (antes incluso son advertidos por alguno de los miembros de la familia de matarifes, como cuando un brillante Haig –que es capaz de transmitir auténtico terror y sentido del humor en la misma escena- acaba con la vida de dos atracadores que entran en su tienda con la colaboración del mítico Pollard -en un corto pero simpático cameo-, tras mantener ambos una desternillante discusión, avisando a continuación a los chicos del peligro que les acecha), que cobra vida en forma de una gran morada, en cuyos recodos, habitaciones y sótanos, habitados por todo tipo de enfermizos seres, conocerán el auténtico significado de la palabra miedo, siendo perseguidos, vejados, torturados y finalmente asesinados sin contemplaciones. Zombie aprovecha perfectamente los escenarios en los que rueda, haciendo que los ambientes malsanos sean perceptibles, casi palpables (algo que será mucho más notorio en la superior secuela, Los renegados del diablo, 2005); y logrando que la degeneración aumente a medida que avanza el metraje. Es una lástima que salpique el filme con psicodélicos insertos protagonizados por los miembros del clan y sus victimas, porque si en un principio resultan atractivos, acaban siendo cansinos, sacando al espectador del filme, y dotándolo de un carácter granguiñolesco muy cercano al estilo del cartoon que Tex Avery produjo para la Warner Bros. en los 30 y 40.

 

 

   Será en el momento en el que se produzca el descubrimiento de las víctimas (algunas muertas, otras amordazadas y encadenadas, y todas ellas incansablemente maltratadas) por parte del ayudante del sheriff y de Don Willis (Young), el padre de Denise, cuando se desencadene definitivamente el horror: El sheriff Wydell (Towles, que interpretó a Otis en Henry: Retrato de un asesino, John McNaughton, 1986; y a Harry Cooper en La noche de los muertos vivientes, Tom Savini, 1990), que se encuentra en el interior de la casa con la Sra. Firefly (a la que da vida nada más y nada menos que Black), es requerido por radio por su compañero (Zombie elimina el sonido y las voces de los personajes, y comienza a sonar el “I remember you” de Slim Whitman, ralentizándose la acción a cámara lenta), momento en el que es eliminado de un disparo por la asesina. A continuación veremos a Otis acabando con Don y capturando al ayudante, al que obliga a tirar su arma y ponerse de rodillas, apuntándole a la cabeza (la canción finaliza, desapareciendo cualquier tipo de sonido, y se pasa de un plano frontal de los dos personajes a otro ascendente que sigue mostrando a Otis encañonando a su víctima. Llegado un momento, el movimiento de la cámara se detiene y el plano se alarga hasta el límite de lo permisible en unos segundos interminables, estirando la agonía hasta la nausea. El sonido solo se recuperará cuando oigamos la detonación de la bala disparada por el asesino). Posteriormente llegará la bizarra fiesta de Halloween en casa de los Firefly, con el numerito de la máscara de Don y con la participación involuntaria de los tres supervivientes, disfrazados de conejitos; y el rito satánico en el que las víctimas serán encerradas en una tumba (momento en el que una de las chicas intenta escapar, siendo asesinada por Baby –Moon Zombie-) y enterradas en un pozo, del que escaparán, siendo capturado Jerry (Hardwicke), que será liquidado por el Dr. Satán, un engendro que los Firefly cobijan en el subsuelo de su casa, y logrando huir Denise, que comenzará un periplo que recuerda al de Catriona MacColl y Christopher George al final de Miedo en la ciudad de los muertos vivientes, Lucio Fulci, 1980, encontrándose con tumbas, con esqueletos, y con las decrépitas víctimas de la familia, que parecen muertos en vida, y que moran en las catacumbas. Su alocada huida y el estado de shock en el que se halla nos devuelve a la memoria a las protagonistas de las dos películas mencionadas de Hooper (Marilyn Burns en La matanza de Texas, Elizabeth Berridge en La casa de los horrores), aunque su suerte será dispar, sufriendo un lamentable encontronazo final con el Capitán Spaulding.

 

 

   Citar finalmente que el clan de asesinos se ve completado por Rufus (Allen Mukes), y los ya fallecidos Fimple (que da vida al abuelo Hugo, y al que está dedicada la película) y McGrory (el gigantón Karl de la genial Big fish, 2003, Tim Burton, que interpreta a Tiny); que los sangrientísimos efectos especiales son obra de Wayne Toth y Michael O´Brien, alzándose con el premio a los mejores FX en Fantasporto´04, y que, en cuanto a premios se refiere, Haig ganó el de mejor actor secundario en los que anualmente reparte la legendaria revista Fangoria, igualmente en su edición de 2004.

 

 

(6,5/8)

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