AULLIDOS 4: ALDEA MALDITA (John Hough) / 1988: Romy Wilson, Michael T. Weiss, Antony Hamilton, Susanne Severeid, Lamya Derval, Norman Anstey, Kate Edwards, Dennis Folbigge, Anthony James, Dale Cutts, Clive Turner, Megan Cruskal, Dennis Smith, Greg Latter, Maxine John.

   La tercera secuela de Aullidos, Joe Dante, 1981, es realmente una especie de remake de ésta, acercándose aún más, si cabe, al espíritu del libro homónimo de Gary Brandner, pero perdiendo por el camino la originalidad, frescura y calidad del filme original.

   En ésta también tenemos a una pareja (una escritora de éxito -en el filme primigenio se trataba de una periodista, papel realizado por Dee Wallace- a la que da vida -es un decir- Wilson, y su marido, interpretado -por no usar un término peyorativo y malsonante- por Weiss) que se retira a un pueblo alejado de la fatigosa vida en la ciudad debido al estrés que sufre la mujer, causado por unas alucinaciones que son asociadas a su trabajo. Como no podía ser de otra manera, la comunidad a la que llegan está formada por hombres lobo que, cómo no, intentan incluirles en su dieta.

   Lo que sucede es que el director de las muy superiores Drácula y las mellizas, 1971; La leyenda de la mansión del infierno, 1973; Los ojos del bosque, 1980; El íncubo, 1981; o Escóndete y tiembla, 1988; se encuentra con un material ciertamente imposible y que ya había sido exprimido totalmente en la primera película de la saga; con un guión, obra de Clive Turner, que provoca vergüenza ajena (sus créditos se reducen a escribir el libreto de Aullidos 5: El regreso, Neal Sundström, 1989, y el de Aullidos 7, 1995, que el mismo dirigió y protagonizó -en la película analizada realiza un cameo como el conductor del remolque-) y que contiene frases irreproducibles (cuando las dos chicas se dirigen a investigar a la antigua iglesia, dos de los habitantes del pueblo les convencen para que no vayan con la siguiente frase: “No es conveniente que entréis ahí. Hay riesgo de incendios”. ¿En un templo de piedra abandonado?); con unos actores plenamente desconocidos y lamentables sin excepciones, con trayectorias ligadas a la televisión en el mejor de los casos y desaparecidos del panorama en el resto; con situaciones grotescas de puro absurdo (el momento en el que el marido de la protagonista se empieza a derretir ante la cámara sin venir a cuento, haciendo gala la escena, eso sí, de unos conseguidos y repulsivos FX, obra del equipo de Steve Johnson), y con unas transformaciones más logradas que en las dos anteriores secuelas, pero que palidecen y quedan en evidencia ante las de la primera parte, obteniendo como resultado un filme aburrido en grado sumo.

(3/2)

CARÁTULAS Y POSTERS

TRAILER USA 1

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