AGÁRRAME ESOS FANTASMAS (Peter Jackson) / 1996: Michael J. Fox, Trini Alvarado, Jeffrey Combs, Peter Dobson, Dee Wallace, Jake Busey, Chi McBride, Jim Fife, John Astin, Julianna McCarthy, Troy Evans, Robert Lee Ermey.


   Frank Bannister (un notable Fox, en uno de sus últimos papeles para el cine después de detectársele el Parkinson que le obligó a dejar la interpretación, excepto por alguna que otra contada aparición puntual en la pequeña pantalla. De hecho, en varias escenas sale con la mano en el bolso, para que los temblores que ya sufría por aquel entonces no fuesen advertidos por el espectador) es un estafador que se dedica a “limpiar” casas en las que se producen fenómenos paranormales. Para ello cuenta con la inestimable colaboración de Cyrus, Stuart y El Juez (Mc Bride -visto en Yo, robot, Alex Proyas, 2004-, Fyfe y Astin -un habitual de la saga de los tomates asesinos-, respectivamente), tres fantasmas reales que le ayudan a dar verosimilitud a sus farsas, y a los que tiene la capacidad de ver después de sufrir un traumático accidente de tráfico que le costó la vida a su esposa (Angela Bloomfield). El problema surge cuando varias muertes, en apariencia de carácter natural, pero realmente causadas por el fantasma de John Bartlett (destacable Busey, actor de carácter y de rostro reconocible visto en Starship troopers: Las brigadas del espacio, Paul Verhoeven, 1997; Identidad, James Mangold, 2003; y Carretera al infierno II, Louis Mourneau, 2004), un asesino en serie que asoló el lugar unos años atrás y que fue ajusticiado en la silla eléctrica, comienzan a sucederse en el mismo pueblo que Bannister utiliza como base de operaciones, quedando éste como principal sospechoso de los crímenes.


   El director de enormes películas de culto para el aficionado al género del terror como Mal gusto, 1987; El delirante mundo de los Feebles, 1989; o Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro, 1992, tuvo su primer contacto con un gran presupuesto y con la recreación de FX infográficos antes de emprender su enorme proyecto de adaptar la trilogía de El señor de los anillos en esta producción que le sirvió para curtirse y hacerse una idea (mínima) de lo que se le estaba a punto de venir encima. Cierto es que el director neozelandés (que dota al conjunto de cierto tono cartoonesco -la muerte del personaje de Combs, cuya cabeza se desintegra, literalmente; las persecuciones en la mansión, con las alfombras y las paredes tomando formas humanas; los golpes a los fantasmas, que se deforman como un dibujo animado…- cercano incluso al gran guiñol -ese Teatro fundado por Oscar Méténier en Francia, en el año 1987, que ofrecía representaciones de corta duración casi siempre cercanas al género del horror, y en el que se reproducían sucesos grotescos y caricaturescos de puro sangriento-) presenta sus credenciales en esa delicada y compleja primera toma aérea de aspecto burtoniano (reforzado por la fantástica partitura, una vez más, de Danny Elfman, habitual compositor del director de Big fish, 2003) que comienza con un impresionante picado de la aterradora y fantasmagórica mansión, penetrando por una de sus ventanas abiertas y atravesando un agujero en el suelo por el que sale una rata, para mostrarnos la huída de Patricia Bradley (Wallace) de un ente fantasmagórico que la persigue en su descenso por las escaleras del caserón. Pero Jackson no solo deja claro el buen director que es a nivel técnico, sino que se rodea de un grupo de actores en estado de gracia, extrayendo lo mejor de cada uno de ellos. Qué decir de Fox, demostrando que es un excelente intérprete con una vis cómica fuera de toda duda, tal y como ya demostrase en la trilogía de Regreso al futuro, pero logrando a su vez darle un contrapunto amargo y afligido a su personaje, marcado por el sentimiento de culpa por la muerte de su joven esposa; o de Alvarado (que da vida a Lucy Lynskey, una joven que se queda viuda, siendo su marido otra más de las víctimas del fantasma de Bartlett, y enamorándose de Frank, al que conoce después de que éste limpie su hogar de espectros, formando ambos una pareja entrañable y con una química más que palpable) prácticamente desaparecida de la pantalla en los últimos años; o Wallace, conformando un papel bipolar, dando vida a la, en apariencia, desvalida Patricia, que resulta ser la joven psicópata que, debido a su amor enfermizo por Bartlett, fuese cómplice y ejecutora en la matanza que éste llevase a cabo en el hospital en el que trabajaba (atención a la fantástica escena en la que “acaricia” al fantasma de su amado en presencia de Lucy, que, evidentemente, no advierte su presencia, o cuando persigue a ésta y a Frank corriendo y vociferando, escopeta en ristre a lo largo y ancho de toda la mansión, dando rienda suelta a un histrionismo que en esta ocasión sí que es necesario). Es una lástima que mi admirado Combs, uno de los mayores mitos del género en las últimas décadas (desde los ochenta en adelante), que da vida a un inspector del FBI experto en fenómenos paranormales, caiga en una sobreactuación exagerada y extrema, consiguiendo que su personaje sea una simple caricatura.


   La película, por otro lado, constituye un sumidero de referencias cinéfilas de todo tipo: Al principio aparece un payaso que cobra vida, suponiendo un guiño a la aterradora escena de Poltergeist, Tobe Hooper, 1982; en el dormitorio de la casa de Lucy y Ray (Dobson), su marido, podemos ver un Elvis. Dobson interpretó al famoso cantante en la sobresaliente Forrest Gump, Robert Zemeckis, 1994, siendo, a su vez, Zemeckis productor de la película que nos ocupa; el apellido Lynskey supone un guiño a la actriz Melanie Lynskey, protagonista de otra película de Jackson: Criaturas celestiales, 1994, que aquí tiene un cameo dando vida a una agente; la escena del restaurante entre Lucy, Frank y el fantasma de Ray supone un claro homenaje, en plan cómico, a la que en Ghost: Más allá del amor, Jerry Zucker, 1990, protagonizaran Demi Moore, Whoopi Goldberg y Patrick Swayze, donde la segunda le transmitía a la primera las cosas que el espectro le iba diciendo; el fantasma que aparece en el cementerio vestido de militar y disparando las metralletas mientras grita a Frank, interpretado por Ermey, supone un claro remedo del sargento Hartman, el personaje al que dio vida el mismo actor en La chaqueta metálica, Stanley Kubrick, 1987; la canción “Don´t fear the reaper” (No temas a la Parca), de Blue Oyster Cult, acompaña los títulos de crédito finales, y supone un evidente homenaje al aspecto que toma Bartlett para cometer sus crímenes una vez ha fallecido (aspecto que, por otro lado, recuerda visiblemente a los Nazgul de la adaptación cinematográfica de El señor de los anillos). El tema ya había sido utilizado en otros filmes de género como La noche de Halloween, John Carpenter, 1978; Apocalipsis, Mick Garris, 1994; o Scream, Wes Craven, 1996; Peter Jackson tiene su cameo habitual cuando se topa con Frank Bannister por la calle, vestido con una cazadora de cuero y con melena, llevando, además, una camiseta en la que se puede ver al bebé Selwyn, uno de los personajes de Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro.


   En definitiva, nos encontramos ante un filme que logra combinar con acierto dos géneros tan dispares como son el humor y el terror, pese a que el paso del tiempo no le ha sentado excesivamente bien en determinados aspectos (los efectos, obra de Weta, la empresa de Jackson, se han quedado un tanto anticuados). Si a ello sumamos una banda sonora portentosa, algo habitual en Danny Elfman, y un ritmo que no decae pese al excesivo metraje (120 minutos para el montaje del director por los 105 de la versión estrenada en salas), obtenemos un más que notable entretenimiento.


(7/4)

CARÁTULAS Y POSTERS

TRAILER USA 1

TRAILER USA 2

(Subtítulos español)

COMENTARIOS

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Comentarios: 1
  • #1

    u=136949 (miércoles, 24 abril 2013 15:55)

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