ATOLLADERO (Óscar Aibar) / 1995: Pere Ponce, Iggy Pop, Joaquín Hinojosa, Félix Rotaeta, Carlos Lucas, Pep Molina, Xevi Collellmir, Mónica Van Campen, Ion Gabella, Emilio Muñoz, Benito Pocino, Oriol Tramvia, Ariadna Gil.

   Año 2048. Atolladero es un aislado pueblo situado en pleno desierto tejano y regido con mano de hierro por El Juez (Collellmir), un anciano y despótico tirano que gobierna la región a su antojo utilizando la crueldad de Madden (Iggy Pop en una sorprendente -y afortunada- elección, pues borda su papel de malvado), su sanguinario vasallo, y el hecho de tener a las autoridades locales bajo su control. Lenny (interpretado por un actor tan estimable como alejado del género como Ponce. Su otra intervención en el mismo fue en Marujas asesinas, Javier Rebollo, 2001) es el ayudante del sheriff (Hinojosa, uno de los zombis más aterradores de la brillante No profanar el sueño de los muertos, Jorge Grau, 1974), un joven inconformista cansado de injusticias que no quiere pasar el resto de sus días en la deprimida población y que solicita al Juez permiso para cambiar de destino cuando su petición de traslado es aceptada. La reacción no será la esperada, pues tanto el líder como sus súbditos no están dispuestos a que nadie abandone el lugar, con el riesgo de que queden reveladas sus miserias y las de sus habitantes. Se inicia así una persecución a muerte donde Lenny es la presa.

   El debut en la dirección de largometrajes (anteriormente había dirigido el corto Chihuahua, 1991, en el que también intervenía Ponce) del director barcelonés Óscar Aibar significó una sorprendente e incluso agradable incursión en el género de la ciencia ficción, mostrando un futuro distópico muy poco halagüeño para el ser humano. Pocos son los elementos físicos que diferencia esa sociedad futura de la actual (si acaso ese tren monorraíl que cruza los áridos paisajes de Atolladero; el perro mecánico que persigue a Lenny por los oleoductos y que protagoniza una secuencia muy similar a otra vista en Alien 3, David Fincher, 1992; o la nave espacial que transporta a los rangers enviados para acabar con Lenny y que acabarán siendo exterminados por éste), regida por una autoridad absolutista. Por esa razón (y por otras de tipo presupuestarias), la ambientación y estructura es la típica de un western crepuscular, con hombres irredimibles y de una pieza marcados, en su mayoría, por un terrible pasado, que intentan impedir que la única persona honrada que conocen se salga con la suya. Asistiremos a tiroteos, redadas e incluso a un duelo a muerte (insatisfactorio, pues la pantalla funde a negro un segundo antes de que se resuelva) en un filme que también tiene ecos de la trilogía de Mad Max, dirigida por George Miller.

(5,5/1)