ALPHA FORCE (Phillip J. Roth) / 2002: Olivier Gruner, Roger R. Cross, Adrienne Wilkinson, Elizabeth Gracen, Alex Jolig, Eva Scheer, Nigel Bennet, Richard Gnolfo, Hristo Shopov, Vladimir Kolev, Maxim Gentchev.

   Un grupo de élite encabezado por el Teniente Sean Lambert (Gruner, un especialista en todo tipo de subproductos de serie Z de acción en la que deja cumplida cuenta de que es un experto en artes marciales -y un pésimo actor-) es enviado a una central nuclear en la antigua Unión Soviética (los rusos, siempre dando la murga y ocasionando problemas incluso después de la caída del telón de acero) en la que se halla un organismo extraterrestre que está acabando con todas las huestes que osan adentrarse en el interior del complejo. Afortunadamente, el desdichado alienígena no cuenta con la llegada de nuestra intrépida y valerosa tropa procedente del otro lado del Atlántico (o del Pacífico, según se mire), que de modo completamente altruista y desinteresado arriban dispuestos a desfacer el entuerto, prestos a repartir estopa a diestro y siniestro a cuanta entidad marciana intente alterar la paz mundial.

   A veces hay que tirar del humor para enfrentarse a un engendro de semejante calaña, y aún así, es difícil no acabar con daños cerebrales permanentes ante la exposición a este tipo de material altamente nocivo. Mediocre hasta la nausea, la pobreza de medios se nota en todos los recodos: A un guión inexistente (persecuciones y más persecuciones por dos o tres pasillos idénticos, que se diferencian entre sí porque uno está pintado de rojo y otro de amarillo en su totalidad -las paredes, el suelo, las tuberías, los equipos y aparatos… solo había para dos botes de pintura distintos, así que había que apañárselas-) se le suman multitud de situaciones ridículas (ese lector de huellas digitales que funciona con un guante puesto en la mano; la insistencia en gastar millones de balas en un ser que no muere por la acción de éstas…); personajes unidimensionales y estereotipados (el duro, el más duro, la que busca redención, la cerebrito… al menos nadie saca una foto de sus hijos) y unos efectos especiales de una cutrez sin parangón (valgan como ejemplo cualquiera de las apariciones del extraterrestre infográfico, que parece hecho con el Paint), conformando un lamentable espectáculo que no tiene un pase ni acompañado de amigos con un barril de cervezas.

(1,5/1)

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