ABSOLON (David Barto) / 2003: Christopher Lambert, Lou Diamond Phillips, Kelly Brook, Ron Perlman, Roberta Angelica, Neville Edwards, Tre Smith, James Kidnie, Topaz Hasfal, Donald Burda, Graham Kartna, Adam Bramble.

   El siempre infravalorado Lambert (pese a haber intervenido en películas notables, como Los inmortales, Russell Mulcahy, 1986; y otras entretenidas, como Fortaleza infernal, Stuart Gordon, 1992 –Ciencia Ficción sin pretensiones, pero divertida en grado sumo-; o Resurrection, Russell Mulcahy, 1999 –una sorprendente y agradable exploitation de Seven, David Fincher, 1995-) protagonizó este filme en el que un virus asola el planeta Tierra haciendo que los supervivientes se vean obligados a consumir Absolon, una potente droga producida por una poderosa empresa farmacéutica en connivencia con el gobierno, que evita el contagio del mencionado virus, provocando a su vez una total dependencia de la misma. Los dos principales beneficiarios económicos de la venta del producto deciden ocultar la realidad una vez que el contagio desaparece con el fin de seguir enriqueciéndose, pese a que la gente que no puede adquirir la droga sigue muriendo, al producir ésta una sustancia que se hace indispensable para el ser humano. El asesinato de un doctor que encuentra una cura que causaría la desaparición del Absolon (y con ello, el consiguiente negocio lucrativo que la rodea) provoca la intervención del detective Norman Scot (Lambert), contando con la firme oposición de una serie de agentes (liderados por Phillips) al servicio de la empresa farmacéutica que preside Murchison (un excesivamente sobreactuado Perlman), que intentarán, en un principio, asesinarlo, para cambiar sus planes cuando descubren que uno de los ayudantes del doctor ha introducido el antídoto en el cuerpo de Norman, pasando a ser su objetivo el capturarlo con vida. En su huida y en la búsqueda de la verdad encontrará la ayuda de la doctora Claire Whittaker (la bellísima Kelly Brook, vista en 9 extraños, Steven R. Monroe, 2005), otra colaboradora del investigador asesinado.

   Nos encontramos ante un correcto telefilme que se deja ver sin resultar tedioso, aunque tampoco llegue a impactar. Los actores cumplen sin más, y la historia, pese a la ausencia de sorpresas, sirve para rellenar los ochenta minutos de metraje.

   Es curioso observar en la casa de Scot, para nuestra sorpresa, varios carteles de películas españolas, como La madre muerta, Juanma Bajo Ulloa, 1993; Airbag, ídem, 1997; Torrente: El brazo tonto de la ley, Santiago Segura, 1998; y Torrente 2: Misión en Marbella, ídem, 2001, algo que tiene su explicación en los orígenes del director, nacido en Lugo y cuyo nombre real es David DeBartolomé.

(5/1)

CARÁTULAS Y POSTERS

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