PETER PAN: LA GRAN AVENTURA (P. J. Hogan) / 2003: Jeremy Sumpter, Rachel Hurd-Wood, Jason Isaacs, Olivia Williams, Lynn Redgrave, Richard Briers, Harry Newell, Freddie Popplewell, Ludivine Sagnier, Theodore Chester, Rupert Simonian.

 

   Wendy (Hurd-Wood) y sus hermanos viajan al País de Nunca Jamás de la mano de Peter Pan (Sumpter), después de que éste irrumpa en su vivienda y se los lleve, a espaldas de los padres de los chicos. Allí vivirán un montón de aventuras gracias a su nuevo amigo y conocerán a otros niños, descubriendo que en el lugar de fantasía al que han llegado no pasa el tiempo, permitiéndoles mantener la pureza e inocencia afines a la infancia, características que desaparecen con el paso a la vida adulta. La añoranza por los progenitores abandonados y el obligado paso a la madurez provocarán que tengan que elegir entre vivir en el nuevo lugar de ensueño al que acaban de llegar o regresar al mundo real, junto a sus padres, para seguir creciendo.

 

   Adaptación en imagen real del archiconocido clásico literario Peter Pan, de James Matthew Barrie, y una de las más gratas sorpresas surgidas a nivel cinematográfico de los últimos años. Cuando uno se encuentra con una película tan gratificante, conmovedora, sensible, arrebatadora y emotiva (y puedo asegurar que no exagero con los calificativos y que incluso me quedo corto), no puede hacer más que quitarse el sombrero, disfrutar del espectáculo y reconciliarse (una vez más) con el séptimo arte.

 

   Todo brilla con luz propia en una película notable: Los actores (destacando a los dos niños protagonistas: Sumpter, que interpreta a un encantador Peter Pan, y Hurd-Wood, deliciosa y risueña Wendy, pero sin dejar de lado al resto de los niños perdidos             –Chester, Simonian y demás-, a los hermanos Darling –Newell y Popplewell-, o, por otro lado, a los actores adultos –Genial Isaacs en su ambivalente papel del apocado Sr. Darling y el malvado Garfio-, al igual que la bellísima Williams, que hace de su esposa, Briers en el papel de Smee, o Redgrave como la tía Millicent. Quizá el único lunar en este punto -y de toda la película- sea la excesiva sobreactuación de Sagnier en el papel de Campanilla, demasiado gesticulante y exagerada); los detalles del guión, obra del propio Hogan, que procuran multitud de momentos radiantes (el elegante baile entre Peter Pan y Wendy, flotando gráciles entre los árboles del bosque, envueltos por un séquito de hadas resplandecientes; la imagen del país de Nunca Jamás, cubierto por oscuras nubes de tormenta, que se torna en luz y claridad primaverales con la llegada de Peter…); inolvidables (la huida de casa de los tres hermanos junto a Pan –un juego para los niños, que se torna en una auténtica tragedia desde el punto de vista de los adultos, representados por las figuras de los padres y de la tía de aquellos, ante la inexplicable desaparición de sus vástagos-, sobrevolando las calles de Londres, atravesando la galaxia y posteriormente llegando a Nunca Jamás…); y emotivos (atención al impresionante montaje -obra del sobresaliente Michael Kahn, ganador de tres Oscars por su labor en Indiana Jones: En busca del arca perdida, Steven Spielberg; 1981, La lista de Schindler, idem, 1993; y Salvar al soldado Ryan, idem, 1998- que encadena la escena de la muerte de Campanilla, bebiéndose un veneno destinado a Peter, con la de la llegada de las tinieblas y la penumbra, que es festejada con júbilo por los piratas de Garfio al pensar que es el chico el que ha muerto, y que se intercalan a su vez con la imagen de Pan arrodillado sobre el hada muerta a la vez que murmulla repetidamente: “¡Yo creo en las hadas! ¡Yo creo, sí creo!”, momento en el que las lágrimas empiezan a brotar de sus ojos, cayendo sobre la hada. El tiempo parece dilatarse indeterminadamente, hasta que ésta comienza a revivir de manera casi imperceptible, provocando, a su vez, el lento regreso de la luz. Simultáneamente se muestra un nuevo encadenado de imágenes en el que vemos diversos planos de los niños perdidos, de Wendy y sus hermanos, cautivos de los bucaneros en el barco, y de varios pequeños durmiendo en sus hogares coreando la misma frase que Peter, todo ello aderezado de manera magistral por el impresionante y bellísimo tema “I do believe in fairies”, compuesto por James Newton Howard, desembocando definitivamente el conjunto de manera casi mágica en la resurrección final de Campanilla, el júbilo de Pan y sus amigos capturados, y el renacimiento de la primavera en el País de Nunca Jamás. De lo mejor visto en una pantalla en los últimos tiempos. También cabe destacar el final, alegre en parte -Wendy y sus hermanos deciden crecer y reencontrarse con sus padres volviendo a casa-, pero igualmente nostálgico y amargo -la niña no verá nunca más a Peter, pues opta por su evolución a la madurez, con lo que la despedida entre ambos se torna definitiva y significa el final de su amor-); los efectos especiales de Weta Workshop, Digital Domain, Industrial Light & Magic y Photon VFX (fantásticos los fondos o matte paintings que recrean el país de Nunca Jamás, así como los que representan un Londres de fantasía. Igualmente son reseñables los FX digitales -el cocodrilo que persigue a Garfio; los efectos climatológicos que varían según transcurre la acción- y los físicos -los vuelos de los personajes, que se repiten durante toda la película; el barco pirata deslizándose sobre Londres-); y una banda sonora, obra de James Newton Howard, magistral e insuperable, que se adapta como un guante a la narración (todos los cortes son excelentes, pero destacan tres en especial por su belleza y emotividad: “Flying”, que se escucha mientras Pan aprende a los niños a volar; “Fairy dance”, que suena durante el ya mencionado baile entre Peter y Wendy; y la ya aludida “I do believe in fairies”).

 

   Por cierto, y como curiosidad, ¿A nadie le recuerda la escena al final de la película de Olivia Williams durmiendo en el sofá mientras murmura el nombre de sus hijos a otra muy similar vista en El sexto sentido, M. Night Shyamalan, 1999, con idéntica actriz?

 

   En definitiva, una de esas películas que se queda en la memoria y que te hace volver a sentirte un niño (y disfrutar como tal) durante poco más de noventa minutos. Pura magia y fantasía para todas las edades (es una equivocación pensar que nos encontramos ante un filme para los más pequeños), recubierta de un poso de amargura con ese final triste y melancólico, en el que los jóvenes protagonistas han de elegir entre seguir siendo niños o dar ese paso definitivo e irrevocable que les conducirá a la edad adulta y significará la pérdida definitiva de su inocencia.

 

(9/0)

PELÍCULAS EN LA WEB

Ciencia Ficción:        33

Terror:                  394

Fantasía:                 10

TOTAL:                     437

CARÁTULAS Y

POSTERS:            19880

PODCASTS:

 

Los jinetes del apodcastlipsis.

 

Enlaces a todos los programas del podcast en el que hablamos de cine, literatura, series, videojuegos o música, siempre relacionados con el cine de terror.